jueves, 8 de marzo de 2007

Cúcuta ya no es "cucutica"


*Por Yezid Daniel Baquero T.
(Especial para www.soyrojinegro.com)

Mi primer contacto con Cúcuta fue como en 1979, mi padre era médico y solía viajar cada mes para atender un proyecto que tenía en la capital santandereana, y de cada viaje yo me ganaba mi premio: primero fueron los potes de "Cheez whiz", las galletas Club Social, los caramelos Kraft y claro las inconfundibles Cocossettes…

Corría ya el año 1984, y mis inclinaciones por el fútbol heredadas de mi papá cada vez más marcadas ya exigían otro tipo de regalos, así que en pleno cuarto grado de primaria pedí con vehemencia y para mi cumpleaños el balón de la época, un Mikasa “original” que no podía ser traído de otro lado que de la meca de las cosas imposibles. El lugar más cercano a Caracas, (en ese entonces desarrollada), la cuna del importado, señoras y señores el 30 de junio de 1984 y recién bajado de Cúcuta destapé mi balón Mikasa original, y claro lo estrené con un “picadito” en el barrio al que coincidencialmente llegó el papá del “mono” García con el atuendo fronterizo que por primera vez se posaba ante mis ojos, la “rojinegra”, acto seguido: le pregunté a mi papá, mi “gurú” del balompié, de donde era tal camiseta, y con agrado recibí la respuesta, del “Cucutica”…

De ahí en adelante, yo un hincha consumado del independiente Santa Fe, empecé a entender que había más equipos que el archirival Millonarios, y que esa camiseta mitad rojo y mitad negro, para mi significaba la simpatía que generaba la grandeza de esa ciudad donde se conseguía todo y el agrado que me producía el diminutivo de su equipo “cucutica” que lejos de los gloriosos, solía ser el del baile en los tiempos del fútbol ochentero. Poco después vino el estadio, plan completo con mamás y todo, Partido Santafé Vs Cúcuta, mi familia y la del mono, y aunque la mitad del estadio era de Santafé y unos cuantos eran del Cúcuta hacían más bulla que todos los demás, ahí me cayeron mejor, además “arriaban” la madre más veces de las que yo había oído a mis escasos 8 años de vida, y como yo tenía prohibida la palabrota, pues aprovechaba el desorden y me la echaba a todo pulmón.

Para mi adolescencia Cúcuta seguía siendo grande y el Cúcuta “cucutica”, en 1988, dos amigos de mi colegio desafiaron a la moda de Benetton, Gap y Op de la época y valientes llegaron a clase con la camiseta roja y negra, la razón: el equipo que en ese entonces dirigía Jaime Silva había entrado al Octogonal y se estaba haciendo una campañota, su respuesta para lo de la camiseta fue: “hermano, esto sólo lo hace un Cucuteño”.

En ese entonces yo sabía que en ese equipo había jugado Arnoldo Iguarán, Eusebio Tejera y el legendario Juan “la bruja” Verón, antecedentes suficientes como para afianzar aún más mi simpatía por el equipo “motilón”, adjetivo que le oí por primera vez a Carlos Julio Guzmán, y gracias al cual siempre acerté la respuesta en los exámenes de historia cuando de tribus se trataba.

Vinieron los 90 y con ellos mi grado, la universidad y el lamentable descenso del “cucutica”, y yo que cada vez conocía más cucuteños no dejaba de sorprenderme por esa dignidad con la que toda esa colonia de machos cabríos y montadores jamás se amedrantó por hacerle fuerza a un equipo de la primera B, a pesar del sabotaje de quienes nos preciabamos de ser hinchas de equipos grandes; en el 99 fui a Cúcuta, guiado por un amigo conocí la “fronteriza y próspera”, sus calles, su “calorcito”, el estadio Gral Santander, y claro la vieja costumbre de montar en bus y gritarle al conductor “paraaada, paraaaada paraaaaaaaada” tenga o no tenga timbre el mencionado vehículo, pero lo que más me llamó la atención fue la casa de una señora cerca al estadio, esa es la tía que uno siempre ha querido tener, llena de camisetas, fotos trofeos y toda clase de souvenirs del equipo rojinegro.

Me traje buenos recuerdos, también tarros de "Cheez whiz", "el pirulín" y antipasto, que aunque ya no son tan baratos había que considerarlo.

Llegó el 2000, el cambio de siglo y con él el deterioro de nuestro fútbol, Santa fe no ganaba, Millos tampoco, el Caldas quedó campeón de la Libertadores, y mis amigos cucuteños fieles a su "cucutica" rezaban para que se les diera la hazaña de ser campeones de la B, y si señor para el 2005, no había quién callara a los cucuteños, ganaron, subieron y estaban en la A, lo que nadie esperaba, o mejor dicho ningún bogotano, caleño, costeño, o paisa estábamos esperando es que apenas subiera se hiciera campeón, ustedes los cucuteños si lo estaban esperando, por eso a todos al “toche”, a Jhonsson, Ana María, Tutino, a Hernando Angarita y a todos todos mis amigos cucuteños debo decirles que este humilde hincha del independiente Santa fe, debe reconocer que el Cúcuta, ya no es el cucutica, y que ahora cada que juegan yo, solidario, como una buena parte de los colombianos le hacemos fuerza al CUCUTA DEPORTIVO..!

Felicitaciones cucuteños, por esa ciudad, y por ese gran equipo inscrito en la historia como uno de los grandes, porque ya el Cúcuta, dejó de ser "cucutica"..!
*Yezid, es periodista con un gran recorrido en la televisión colombiana, escribe para Soho y ahora comparte su experiencia de lo que esta afición por el Cúcuta Deportivo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

YESID QUERIDO AMIGO DE LA RAZA MOTILONA EL Cheez whiz NO ES TAN CARO, CUANDO VENGA AVISE PARA MANDARLO CARGADO.

Anónimo dijo...

Excelente articulo, lleno de nostalgias y de una epoca muy marcada en el recuerdo.

PUMAS DE LA SABANA dijo...

Emociona leer este articulo publicado por alguien que no es cucuteño, pero que conoce nuestro sentimiento